Crónica Feria del libro parque 93

#TBT Piotr Nawrot
Crónica feria libro parque 93
En el #TBT de hoy, acercándonos a la Feria del Libro 2022,  recordamos esta crónica de Daniela Sierra sobre la Feria del Libro del parque de la 93 en el 2019. 
 
Por: Daniela Sierra 
Sábado 9 de Febrero 2019; en pocas ocasiones del día se había asomado el sol, mientras unas pocas gotas de agua (lluvia), precedían la lluvia torrencial que caería esa noche, sin embargo en el parque de la 93, se alzaban en el cielo, unos postes de los cuales colgaban pequeñas banderas de colores (decoraban el paisaje unas pequeñas banderas de colores,  ondeantes sobre varios postes), junto a bombillos que alumbraban el lugar, el color amarillo de las casetas y las luces en el cielo. 
 
Todo el entorno hacía del evento una feria, una dedicada a la literatura, la cual estaba destinada para abrir un espacio a nuevos lectores. Al frente había una tarima que durante todo el evento fue el espacio para que diferentes escritores, artistas, y periodistas, que variaban de géneros e intereses, y expusieran su trabajo e ideas. Sin embargo, esa noche de sábado, el lugar se llenó con gran rapidez. Ni el frio, ni la humedad del césped, evitaron que este parque se llenara de un público expectante, la razón: en pocos minutos se subiría a la tarima María Jimena Duzán y Doris Salcedo, quienes realizarían el conversatorio “Arte y literatura en el posconflicto de Colombia”.
 
María Jimena Duzán es una periodista y escritora colombiana, en su trabajo con diferentes medios de comunicación, como revista semana, el espectador, el tiempo, y quien ha logrado tener una postura crítica frente a la política. María Jimena Duzán, ha escrito varios libros sobre periodismo, y política “así gobierna Uribe” (2004) “Santos, paradojas de la paz y el poder” (2018) y “Mi viaje al infierno” (2010) Libro en el que narra los hechos como víctima del conflicto, y la muerte de su hermana.  
 
De igual manera estuvo acompañada por Doris Salcedo, artista plástica de la universidad Jorge Tadeo Lozano, y quien ha dedicado su carrera, a la reivindicación de las víctimas, la memoria del conflicto. La cual se ha ganado una gran reconocimiento, por su trabajo. 
Hablar sobre posconflicto, cuando ha sido un tema que pareciera que pasó de moda, el cual desde las directivas desde el nuevo gobierno, han permitido que este tema se convierta irrelevante. La agenda pública de los medios de comunicación, le han dado franja de mayor importancia, a temáticas internacionales. Sin embargo encontrar el parque de la 93, completamente lleno, de personas que se sentaban en el césped húmedo, o se competían por los pocos pubs, que se repartían a lo largo del parque. Otros de pie, expectantes, como cualquier concierto y/o evento cultural.  Todos estaban ahí, respondiendo a la necesidad de hablar de paz, desde el arte, desde la experiencia, de estas dos mujeres que han sido testigos y narradoras de la guerra. 
 
A pesar del espacio abierto, el silencio sepulcral de los presentes, reforzaba la necesidad de estos espacios. La conversación fluyo, como un par de conocidas, quienes partieron de unas palabras claves para entender su obra y su trabajo. Un dialogo a través de las palabras que construyen la paz, palabras que renacen en la Colombia del posconflicto. 
 
María Jimena Duzán quien lideraba la conversación, paso por palabras, como memoria, reconciliación, perdón, identidad. Donde Doris Salcedo, siempre se mantuvo en una postura imparcial, quien aseguraba con frecuencia, que la tarea de los artistas, es lograr reivindicar el proceso de duelo de las víctimas, para la construcción de la memoria. Doris Salcedo fue la encargada de realizar los monumentos hechos con armas, pactado en el acuerdo de la paz, en la Habana. Resultado de esto, surgió Fragmentos, un espacio dedicado a la memoria, donde el lugar suelo mismo es el monumento, trabajo que fue apoyado por las mujeres víctimas de la violencia sexual, durante el conflicto. Un espacio donde en  los próximos cincuenta años, pasara gran diversidad de artistas, con muestras itinerantes, quienes tendrán la oportunidad de construir sobre la memoria, desde su visión sobre el conflicto. 
 
La experiencia de estas dos mujeres y su recorrido en el conflicto armado, les dio la oportunidad de narrar, gran diversidad de anécdotas, sobre el perdón y la reconciliación de quienes viven la guerra, anécdotas que entre cortan la voz del público presente, que guardaba en silencio escuchando estas dos mujeres, que le permiten a uno como espectador, preguntarse los aportes que se están haciendo al posconflicto. 
 
Una de las frases más conmovedoras que resumen el evento del día, y con el que cerramos el artículo, “Para entender la realidad colombiana no es suficiente observarla desde la distancia, es necesario hacer inmersión el dolor que esta produce” 

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VAC: ¿De donde surgió la idea de hacer esta película?

Rubén Mendoza: De una curiosidad inmensa desde niño con las mujeres, desde mis abuelas, dos mujeres muy distintas y a cada una de ellas le he hecho una películas. La tierra en la lengua que no se si ustedes la vieron, mi abuela me prestó su voz, y sus tragedias, y la otra abuela Emperatriz, fue fundamental es del mismo pueblo de donde conocía a señorita María.Pero también, con las niñas, los amores, las amigas, muy devoto desde muy chiquito de saber cómo es esa otra forma de sentir, que también siento en mí, y que todos tenemos. Yo siento una afinidad muy grande y era el dispositivo perfecto una niña que no tuviera una crianza con la confianza de una mujer, pero con la curiosidad, que era mi papel al revés, siendo un hombre pero con la curiosidad femenina muy despierta, que me permitía, explorar esos vínculos y la manera en que hablan solas, y todo esto que descubre la niña errante en el camino, esa fuerza de un país, diseñado lamentablemente por la fuerza bruta, por el patriarcado.

VAC: La película muestra esa fragilidad femenina, que cada una tiene, pero que entre todas se fortalecen, y por esta misma razón se convierte en algo muy intimista con el uso de la piel, de planos muy cerrados ¿Por qué considero necesario el uso de esto?

Rubén Mendoza: Yo creo que la piel tiene todos los sentidos, además porque la piel también es la frontera, de uno como patria, entonces es reconocer la individualidad, por la piel uno no se riega, y además la piel es evocadora de los otros sentidos, primero es rico verla, y cuando está pintada, tatuada o cicatrizada, o con lunares, pues tiene una historia, que también son texturas, eso es otro sentido. Y uno se imagina a que huele la gente según su piel, que es algo visual, y también alborota el gusto. Entonces es un camino para hacer cine, con los cinco sentidos, de una manera no tan obvia.

VAC: Hay unas escenas, que logran ser muy conmovedoras a partir de la música ¿Cómo fue ese proceso de ensamblaje con la música?

Rubén Mendoza: Bueno, pues primero viene de unas chicas genio que hay aquí, que viven en Colombia, yo las conocí, porque a pesar de que la música, fue compuesta por Velandía, ellas fueron las intérpretes de mi documental el valle sin sombras, un documental que hice sobre los indignados de Armero, y pues yo quede maravillado con su trabajo y su disciplina y su rigor, y su rareza, porque son bien raras, y además les hice unos video clips en providencia. Y siempre pensé en la música, como quinta hermana, como la que en realidad acompañaba el estado de ánimo de la niña errante, que ustedes ven que no llora. Yo rechace varias propuestas completas y ellas humildemente iban entendiendo que aquí no solo se trataba de eso, si no que era un ingrediente mucho más grande, que a veces había que sacrificar decisiones musicales, que la obra fuera más entera.

VAC: En ese momento, en que la protagonista pasa por momentos oníricos, que están los sueños y la realidad conflictuada, con su propio personaje ¿De dónde salen esos tránsitos de la memoria?

Rubén Mendoza: Siempre he jugado con eso, y pues yo me elevo muy fácil, tengo una imaginación volátil, y una atención defectuosa, digamos. Y me han impactado mucho las cosas que puede hacer el cerebro, por ejemplo uno sueña que se cae de un segundo piso, y uno se despierta asustado, sin que uno se esté cayendo, en la cama, sin que haya gravedad, ni viento pues. Y me parece que en esos estados de vulnerabilidad como los de esta chiquitina, que está enfrentándose a un nuevo camino, sola, y que por más que la vayan a llevar donde una tía, la van a dejar en un terreno, desconocido, pues es fácil prestarse para eso, estar fantaseando, en vez de preguntarse por el pasado y el futuro. Y el pasado, el presento y el futuro, también se encuentran en los sueños de alguna manera. En esos estados uno no diferencia mucho, es como un trance.

VAC: Normalmente uno desde las películas uno está acostumbrado a ver la gran trama, y el gran punto de giro, y esta película a pesar de que todo el tiempo está pasando algo, de una y otra manera es una historia muy íntima ¿Por qué es importante ver este tipo de películas, llegar a ver narraciones tan personales, a la hora de entrar a una sala de cine?

Rubén Mendoza: No quiero entrar con un cliché, de eso que el tema lo elige a uno, pero hay clichés que son ciertos, yo no digo voy a ser una película intimista, yo pienso un tema y empiezo a trabajar y a escribir, o varios temas, y de repente con uno, empieza la posibilidad de hacerse, uno empieza a profundizar sobre ese tema. Uno es más un medio, uno va recibiendo de la vida, y la naturaleza, los insumos, para darles orden, y para hacer un discurso que indudablemente tienen la letra de uno, y el espíritu de uno, y lo que uno siente por la vida y por la muerte.

VAC: ¿Qué expectativas tiene, frente a esta película después de haber ganado dos premios?

Rubén Mendoza: La expectativa que tenía, era poder hacerla y vivir la hermosura, del rodaje y de las cosas que viví, y con la familia que quede, y con los amigos que hice. Me parece que es oportuno, si yo hubiese grabado esa película después del gobierno Duque, sería otra cosa, es una película que celebra un cambio de poderes, celebrando lo que estaba pasando en la Habana, celebrando los ríos, y ahorita volvió a entrar a reinar la energía machuna, de quienes dirigen los destinos del país, otra vez la tala de árboles, secar un río, es como escupir un gargajo, entonces, me gusta inaugurar, aunque en niveles muy sutiles, tal vez la película si está diciendo todo eso, era una película, que ya estaba hecha en el contexto del postconflicto, que por lo menos celebra él no vamos a matarnos, o no tanto, y la bala volvió. La película habla de reconciliación y del duelo.